Por Lía García
Este año he tenido el gran honor de participar en las Segundas Jornadas Educativas sobre Robótica y Programación (JERP 2017) en un puesto privilegiado: impartiendo la conferencia inaugural. Mi intención, al pensar cómo orientar este reto era compartir con los participantes, docentes de todos los niveles educativos, todas las preguntas que me surgen al plantearme la enorme presencia en los dos o tres últimos años de la robótica en nuestro entorno. Y todo ello desde mi punto de vista, el de una persona con una trayectoria profesional de 20 años en torno a la robótica.
La pregunta ¿necesitamos robots en el aula? fue el comienzo de esta reflexión. No se trataba de plantear una pregunta retórica, sino un punto de partida para analizar la presencia de los robots en nuestra sociedad presente, las perspectivas en un futuro bastante próximo y las implicaciones que esta presencia tiene en la necesidad de llevar los robots al aula (y en cómo hacerlo).
Buceamos en el presente, en las fábricas donde hay una presencia muy importante de los robots, realizando tareas repetitivas, precisas, peligrosas. Vimos también ese presente más reciente con los robots colaborando con las personas en el entorno laboral, los llamados robots colaborativos. Robots que “se salen” de sus zonas cerradas de trabajo, para incorporar capacidades que les permiten trabajar con humanos. Y por último analizamos los que se supone que serán los robots del futuro, los robots de servicio, que nos ayudarán en nuestras casas, calles, hospitales… Parece que los robots han venido ya y lo han hecho para quedarse. Y esto, además de hacer indispensable que toda la sociedad hable de robots, nos plantea una serie de retos (porque el cómo sí es importante).
En la segunda parte de la charla desgrané cinco puntos que he identificado como los 5 retos que a mi juicio son fundamentales en esta sociedad con robots que es ya presente. Y las preguntas que cada uno de esos retos abren sobre la educación y la sociedad.
El primero de los retos se refiere a la necesidad de estar atentos al entorno, de identificar lo que ocurre a nuestro alrededor, de constatar que la tecnología está presente en la vida de todos, también de los niños y niñas y que no podemos obviarla. Cerrar los ojos no vale, es necesario reconocerla e incorporarla para poder pasar de un modelo de “consumir tecnología” a un modelo de “crear con la tecnología”.
El segundo reto es el que he llamado educar para lo desconocido. Nuestra sociedad, el trabajo, la forma de vida siempre está en evolución. Las profesiones desaparecen y aparecen otras nuevas pero en los últimos tiempos esto ocurre a un ritmo vertiginoso. Esto implica que muchas de las niñas y niños que hoy están en nuestras escuelas van a dedicarse a profesiones que aún no están inventadas y además cambiarán de ocupación varias veces durante sus vidas. Sin duda, esto hace fundamental la capacidad de reaprender, la creatividad, el trabajo en equipo, la comunicación, el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la adaptación… La robótica además, nos ayuda a trabajar todas estas habilidades en el aula.
Dice Silvia Leal “cuando me preguntan cómo veo el trabajo del futuro, no tengo ninguna duda, lo veo cargado de pasión porque lo contrario está condenado al fracaso”. Este es nuestro tercer reto, el que he llamado (copiando la idea a mi amiga Mercedes Ruiz @londones) educar en proyectos de vida. Educar en la pasión de lo que uno hace.
Además esta sociedad con robots supondrá que todos tendremos que “saber” de robots, porque los equipos de desarrollo de robots cada vez son más multidisciplinares, porque muchas profesiones van a necesitar una “capa” robótica y porque se nos plantean cuestiones éticas y de normas como sociedad que son novedosas. Y todos tenemos que estar en ello, para no dejar fuera a nadie.
Y ese no dejar fuera a nadie es el último de los retos. Las cifras son elocuentes y preocupantes, desde los 80 ha disminuido el número de mujeres que estudian carreras tecnológicas. Para mí el objetivo no es que haya más mujeres porque sí, el objetivo es que no haya ninguna mujer talentosa, con pasión por la robótica o por las ciencias que se quede sin dedicarse a ello por culpa del estereotipo de género. Que nadie por ser hombre o mujer tenga más complicado dedicarse a aquello que es su pasión. Y además que los equipos de trabajo sean diversos. A mayor diversidad las soluciones son más creativas.
Para mejorar esto la solución hay que ponerla pronto, es a partir de la adolescencia cuando las chicas se empiezan a apartar de la tecnología. Y hay que analizar qué causa esto, porque ni las mujeres tenemos menos habilidad, ni la tecnología nos gusta menos. Es un problema complejo pero dentro de lo que dicen los expertos, he identificado tres causas: la amenaza del estereotipo, la falta de referentes y la tecnología sin emociones. Y lo bueno es que frente a estas tres causas tenemos margen de acción desde la educación. Podemos ser cuidadosos con nuestros mensajes, a veces sutiles provocados por ese sesgo que tenemos en la sociedad; podemos visibilizar el trabajo de las mujeres en ciencia y tecnología, las de antes y las de ahora; podemos plantear el aprendizaje de la ciencia y tecnología desde los proyectos con sentido, no desde la tecnología en sí misma.
No podía terminar sin agradecer la generosidad de tantas personas que nos han hecho posible trabajar con Arduino, con sensores, motores…, todas las personas que han creído en que el conocimiento o es libre y compartido o no aporta. Porque vamos “a hombros de gigantes” sin duda alguna.
Lía García es propietaria de la empresa de robótica educativa Logix5 Smart Solutions y coordinadora del GT de Robótica Educativa de HispaRob
Este post se publicó originalmente en el Blog de Logix5